domingo

BRUJAS ( y II )

 

 

Esta romántica ciudad de preciosos templos, museos y canales merece ser también, despacio, paseada, saboreando sus calles y sus plazas, aunque no privándose de entrar en donde apetezca, porque Brujas es belleza sosiego fuera y dentro,  plenitud de los gozos sensoriales. No hay cuidado a perderse, los más de ciento veinte metros de la torre de la iglesia de Nuestra Señora, así como los más de ochenta de la Torre del Mercado, nos servirán de guía y referencia. Bajo la primera de estas dos atalayas se encuentran magistrales obras de arte, como esta Virgen Madre de Miguel Ángel Buonarrotti...

 

O esta meritoria Virgen de los Siete Dolores del menos conocido pero también gran artista flamenco Adriano Isenbrandt, coetáneo del genial italiano.

 

Y así sucede con los demás templos, catedral incluida. Pero además los generosos habitantes de Brujas dejan las luces encendidas en sus casas, que son las más de cuento de hadas, para que contemplemos su interior tras las vidrieras sólo adornadas con encajes valiosísimos. Y qué decir de sus amables gentes, y de su bella juventud que inspira amor y poesía desde los tiempos de Lorenzo Medici. Brujas muestra en los versos del Magnífico aquel ímpetu vital del espíritu renacentista, renovado “carpe diem” que llama a disfrutar el huidizo presente para compensarnos del amenazante futuro.

 

 (Placa en la fuente donde se sienta el ya no joven turista: "Qué hermosa la juventud, y sin embargo tan huidiza! No hay certeza del mañana: Quién quiera ser feliz ¡séalo con presteza!)

 
Cuentan  que  Memling convalecía  en  un viejo hospital, que hoy  es  su  museo, y  allí  se enamoró de una monjita enfermera, inmortalizando su bello rostro al pintar a Santa Úrsula.

 

Esta ciudad histórica y bellísima alberga sin duda nuevas historias amorosas. E incluso, al parecer, los que la admiran de turistas se reenamoran nuevamente de sus propias parejas. 

 
Aunque  aconsejan  pasear  por  Brujas,  si nos cansamos del paseo y pretendemos seguir viendo maravillas, tenemos otras opciones como contratar un coche de caballos de los que esperan pacientemente a los turistas.

  

Y, por supuesto, también podemos volver a subir en un barquito y recrearnos navegando por los interesantes canales que recorren los barrios más históricos y típicos de la ciudad, escuchando en español cosas como que en 1478 nació en Brujas Felipe el Hermoso, que se enamoró de Juana, hija de los reyes de España, nada más verla retratada. 

El primogénito de dicha pareja, ella loca de amor por él, también nació en Flandes, nieto de la citada María de Borgoña, con sepulcro en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas...

 

...Iglesia ésta recomendabilísima de visitar porque es bellísima por dentro y por fuera.Y su torre será la esbelta referencia que nos oriente de continuo en nuestro recorrido a pie o en barca por la ciudad, que no dejamos con pena excesiva... pues nos vamos a Amberes.

 

 

 

De Teotihuacán a Palenque ( IV )

            

Según pudieron establecer tras la Revolución Mexicana los expertos del citado INAH, aquella mínima comunidad agrícola anterior a nuestra era pronto fue la capital de B´akaal, una próspera región que se extendía desde Chiapas a Tabasco. Los mayas la llamaron Lakam Ha, “agua abundante”, y sus gobernantes pretendían descender de un linaje sagrado desde la noche de los tiempos, e incluso ser ellos los padres de la “cultura madre” mesoamericana, del culto agrario a la serpiente emplumada, la sacralización de las montañas y las oquedades, el simbolismo vitalista del jade, el arte tan característico de cerámicas y esculturas, así como una pléyade de dioses naturales protectores, ante los cuales intermediaban una especie de casta, de nobles y sacerdotes, entrelazados por vínculos familiares. Estos eran los ajau, encabezados por el kuhul ajau, el divino señor, el rey para entendernos. Uno de estos fue el Gran Pakal famoso en todo el mundo, aunque desgraciadamente más por aquellas publicaciones pseudocientíficas que le hacían nada menos que astronauta extraterrestre.

 

Pero no adelantemos lo que ha sucedido después. En su remoto comienzo, siendo el año 612, el futuro gran Pakal era muy niño y tuvo que reinar por él su madre. No era la primera vez que una mujer ostentaba tan alto cargo entre los mayas. Pero el caso es que esta se las ingenió para hacerlo hasta  entronizar a su hijo en el año 615, como Kinich Janaab Pakal II, que asoció su reinado al dios sol (Kinich), y que mandó poblar de monumentos la capital de su reino a mayor honra de su madre y de su estirpe divina.

 

Él mismo se hizo construir, al estilo de los famosos faraones egipcios, su propia tumba escondida en el interior de esta gran pirámide escalonada, y aquí es dondecito a Alberto Ruz para que nos cuente decirnos cómo llegó a desentrañarla hace poco más de medio siglo, reforzando su genial intuición de que las mexicanas también eran tumbas reales. Hoy sabemos gracias al equipo del INAH dirigido por el Profesor Ruz que cuando murió Pakal II (el 28 de agosto de 683), efectivamente le prepararon su tumba dentro de una pirámide.

 

A Ruz debió pasarle lo que a nosotros, que en Palenque aunque veas el cielo despejado enseguida se apareja un temporal, así que dio licencia a sus cuadrillas indígenas que estaban desescombrando el llamado "Templo de las Inscripciones", porque de pronto, zas, llegaron las nubes y se puso a diluviar. Los jornaleros corrieron a resguardarse bajo techado a su campamento base, pero él se demoró hasta ver el final del aguacero,  y se quedó husmeando el interior accesible del templo ubicado sobre aquella pirámide, inspirándonos a nosotros no en lo de buscar huellas del pasado sino para no mojarnos, aun llevando chubasqueros.

Como los turistas no solemos ser arqueólogos nos limitamos a tomar imágenes hasta que escampara, pero Alberto Ruz investigó y halló que en suelo había una losa de piedra de tres por dos metros, y cuando escampó y regresó la cuadrilla encargó a unos cuantos que le acompañasen al lugar de la losa para levantarla. Pero ellos se negaron por temor a los dioses de aquel templo y Alberto tuvo que enojarse con ellos insistiendo “¡Ni modo! ¡hay que levantar la losa, con cuidado, pero cueste lo que cueste! Yo les respondo que a los dioses no les molestará, porque precisamente ellos me mostraron lo que a otros les pasó inadvertido”. Gracias a lo cual ahora se puede descender a ver qué más entraña dicho monumento maya.

Así que, con cuidado, para no tener que volver al traumatólogo, nosotros descendimos por las escaleras que ocultaba la losa, porque no había carteles de "prohibido el paso" hasta un punto posterior con alambradas que nos impidieron seguir adelante en el tan apetecible recorrido. Por lo cual tuvimos que conformarnos con las fotos que nos mostró Ramón, el guía, que nos contó además cómo el propio Ruz tomó un martillo pilón, y golpeó el suelo tras bajar los aparecidos escalones ¡y le sonó como a hueco! Y, aunque se produjo una nueva desbandada de jornaleros temerosos, algunos prefirieron no perder su salario y se quedaron.

Sin pensar que aquello fuese ni profanación ni sacrilegio, Ruz les mandó  a esos pocos levantar otra losa de aquel firme. Y vieron que seguían más hacia lo hondo otros escalones, en una especie de pasadizo descendente con bóveda maya en forma de triángulo isósceles, hasta una antesala con nueve esqueletos, posibles guardianes de algo importante, junto a unos escalones de subida a lo que resultó ser la disimulada puerta de otra sala contigua, pese a que aquellos escalones aparentemente no conducían hacia ninguna otra parte.

 

Entonces, según las fotos que nos mostró el amable Ramón, guía providencial, se las ingeniaron para abrir dicha puerta, también con forma de triángulo isósceles y toda ella de piedra, no sin antes mirar lo que se iban a encontrar detrás de ella. Para ello usaron unos tubos estriados en las puntas a las que les habían soldado en el D.F. unos trozos de diamante (que entonces era el año 1952 y no dispusieron de las actuales perforadoras).

Total que cuando ya calaron al lado posterior y pudieron tirar de la piedra que cerraba el paso, Alberto hizo desalojar la zona por los posibles contaminantes y aires tóxicos que pudiera emanar aquella nueva dependencia tan protegida. Los arqueólogos saben que en casos similares podrían encontrase depósitos de cinabrio, que produce mercurio y es venenoso si se respira sin cuidar de ventilarlo previamente. Pero en vez de venenos lo que se encontraron es que había estalactitas y estalagmitas como en las cuevas naturales, que con tantos siglos se habían formado allí también, aunque ese recinto era obra de hombres. Uno de los obreros, llamado Guadalupe Pech, al que pudo llegar a conocer nuestro guía, contó a éste que aquello parecía lleno de “cirios finos”, como si lo que viera fuesen velas de cera colgantes. 

Seguidamente retiraron aquellas formaciones calcáreas de tantos siglos, y Ruz y su equipo de expertos midieron lo que resultó una cámara de unos siete metros de larga por casi cuatro de ancha y otros seis de altura. Y lo más estremecedor, que en el centro de ella se encontraba lo que ya suponéis... Pero antes de desvelarlo dejaremos que los arqueólogos lo inventaríen y evalúen primero y nos lo dejen completamente al descubierto y visitable, de cara a que yo pueda presentároslo en mi próxima y ya última tabarra acerca de Palenque.