sábado

SHIRAZ

 

En Shiraz nos encontramos con otras importantes raíces de la poesía española, además de los cancioneros prerromanos de transmisión oral (Estrabón afirmaba que los tartesios pusieron en verso hasta sus leyes) y de los cánticos populares condenados en los concilios visigodos por “indecorosos y torpes”, sin negar su gran altura poética. Resultó que, con la llegada de los musulmanes, reverdecieron los campos de la poesía hispana, ya sin censuras... prácticamente hasta el concilio de Trento. La buena tierra española desde siempre predispuesta a florecer en líricas de tipo tradicional, se nutrió con las aportaciones de las sucesivas oleadas de poetas inmigrantes que siglo a siglo fueron llegando desde Irán y otros países de Oriente. El Andalus, los acogió con los brazos abiertos y, hasta la llegada de los dogmáticos almorávides,  los reyes de taifas se deleitaron en sus fiestas con cantoras, músicos y poetas, legándonos ellos mismos excelentes poemas, como los de Al Motamid Abén Abbad, rey sevillano muerto en el destierro,  y cuya sencilla tumba junto a la de su amada Romaiquiya es crecientemente venerada en Agmat (Marruecos).

Ese extraordinario aprecio por la poesía y los poetas que hubo en el Andalus se sigue manteniendo en algunos de los países musulmanes actuales, especialmente en la antigua Persia, y con particular devoción en Shiraz ("ciudad de poesía, vino y rosas") donde la arraigada tradición sufí va consiguiendo capear el dogmatismo estatal, que ya tolera a los shirazíes “alegrías” no permitidas al común de los iraníes. Al visitar los concurridos mausoleos de Saadi y Hafez en Shiraz, fuimos gratamente sorprendidos por el aluvión de chicas y chicos que se paraban a escuchar lo que recitamos en español tres espontáneos de nuestro grupo, tras lo cual  en un perfecto inglés que a mí tuvo que traducirme mi amigo el poeta Manuel Blanco (mi nivel es muy básico), nos pidieron copia de lo escuchado y nos demostraron lo duch@s que estaban acerca de la poesía española del XX y siglos anteriores.

Nos trataron con exquisita amabilidad, expresándonos las grandes similitudes espirituales que creer tener con España. A mí hasta me añadieron que salvo en el idioma más bien les parecía un iraní más o, dicho de otro modo, que tenían familiares muy parecidos a nosotros.

 

Saadi, el autor del  “Bustán” y del “Golestán” es el poeta shirazí de fama mundial, cuyos versos se pueden leer en un gran tapiz persa del Hall de las Naciones, en el edificio de la ONU de Nueva York. (fragmento del capítulo I del “Golestán”):

 

بنی آدم اعضای یک پیکرند

که در آفرينش ز یک گوهرند

چو عضوى به درد آورد روزگار

دگر عضوها را نماند قرار

تو کز محنت دیگران بی غمی

نشاید که نامت نهند آدمی

 

“Todos los seres humanos somos parte de un mismo cuerpo.

Cuando la vida afecta a un miembro, el resto del cuerpo sufre por igual.

Si no te afecta el dolor de los demás, es que no mereces llamarte humano”.




Y, por su parte, el no menos famoso Hafez escribió en  su leidísimo "Diwan":

“He aprendido tanto del buen Dios

que se me queda corto ser muslim,

cristiano, judío, hindú, budista,...

Ha compartido tanto conmigo La Verdad

que no puedo llamarme solamente

hombre, mujer, ángel, o alma siquiera.

El Amor se ha hecho amigo de Hafez

tornándole en cenizas del que fue, librándole

de conceptos e imágenes de Dios

que sólo son un pálido reflejo de Él.”

 


Su tumba y la de Saadi son las más visitadas por l@s jóvenes iraníes.
 

 … Y al día siguiente, como Shiraz queda cerquita de Persépolis, también iremos a recorrer sus históricas reliquias, objeto de otra próxima evocación viajera.